30.7.10

Elle.


Su cabeza era una nebulosa. No entendía nada. Miró alrrededor, nada. No sabía que haría a los cinco minutos, pero tenía una mala sensación, como si la llama de su vida se hubiera apagado. Oyó un ruido metálico. Agudizó el oído, pero no logró distinguir el emisor de ese extraño sonido. Intentó levantarse, todo le daba vueltas, y a duras penas veía con claridad. Cuando consiguió ponerse en pie, no demasiado estabilizada, contempló con horror la escena. En el suelo, ÉL yacía sin vida, con una mirada inexpresiva. En ese momento, justo en ese momento, hasta la última de sus terminaciones nerviosas se sumió en la tristeza y el largo silencio del amor perdido.

L. de C.


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